Los siguientes son los puntos centrales del proyecto que deberá
seguir su trámite en la Cámara y los potenciales efectos que tendría
sobre los usuarios del sistema.
Salud Mía. Será una tesorería centralizada del sistema de salud, con autonomía administrativa y presupuestal, que tendrá funciones de recaudo y afiliación y hará pagos directos a hospitales. Manejará cerca de 40 billones de pesos y se presume que ordenará el flujo de recursos sobre la base de que se sabrá en dónde está cada peso del sector. Reemplazaría al Fosyga. Si bien la transparencia en el manejo de los recursos es un factor determinante en muchos aspectos del sistema, de manera directa los usuarios no perciben que la creación de este fondo sea fundamental para resolver los líos del sector.
Integración vertical en niveles básicos de atención. Las gestoras solo podrán contratar a su propia red de clínicas y hospitales en el nivel de atención básica, es decir, en servicios como de baja complejidad como urgencias y consulta externa básica. Se es consciente de que la integración vertical en algunos casos fue utilizada para contener gastos, con limitación en servicios para los pacientes; a la gente no le interesa de quién dependa la entidad que lo atienda, sino que lo que hagan de manera efectiva y con calidad. En esencia, este punto no es percibido por los usuarios como vital en los procesos de reforma.
Gestoras. Son EPS transformadas. Ya no manejarán recursos, tendrán mayores controles e incentivos económicos si mantienen a sus afiliados en buenas condiciones de salud. No podrán prestar un servicio de mala calidad, pues esto tendrá un costo financiero. Tampoco tendrán plena libertad para elegir a su red de prestadores; deberán contratar con algunas clínicas y hospitales previamente definidos. Dada la percepción negativa de las EPS, para la gente es un punto fundamental. Muchos, que esperaban que éstas desaparecieran, consideran que simplemente seles cambiará el nombre.
Plan de beneficios ‘Mi plan’. En teoría, los beneficios de la gente estarán basados en un plan de exclusiones explícitas; en ese orden de ideas, se va a generar un mecanismo técnico-científico para definir servicios, medicamentos y tecnologías que no cubrirá el sistema. Esto se hará, básicamente, a través del Instituto de Evaluación de Tecnologías, con ayuda del Invima, las Sociedades Científicas y la asociación de pacientes. Será un proceso participativo pero, en últimas, la decisión será del Ministerio de Salud. Este punto genera muchas expectativas, pues uno de los puntos críticos del actual modelo es la limitación del POS y los desbordes del no POS. Para algunos pacientes la propuesta cercena algunos derechos, limita el acceso a algunos servicios e incluso proveerá mecanismos para hacer más insuficiente un plan de beneficios.
Formación de especialistas. Se autoriza a hospitales universitarios para titular en especialidades médicas, sin el concurso de las universidades, con la idea de compensar el déficit de especialistas, sobre todo en pediatría, medicina interna, ginecoobstetricia, cirugía general y medicina familiar. Aunque en teoría solucionaría el cuello de botella que prolonga las listas de espera en citas y agilizaría las agendas, para el cuerpo de especialistas esto no soluciona los problemas; insisten en que si bien hay un déficit, se ha aumentado por un modelo de salud ineficiente, basado en lo curativo, que ha subespecializado y encarecido la atención
Salud Mía. Será una tesorería centralizada del sistema de salud, con autonomía administrativa y presupuestal, que tendrá funciones de recaudo y afiliación y hará pagos directos a hospitales. Manejará cerca de 40 billones de pesos y se presume que ordenará el flujo de recursos sobre la base de que se sabrá en dónde está cada peso del sector. Reemplazaría al Fosyga. Si bien la transparencia en el manejo de los recursos es un factor determinante en muchos aspectos del sistema, de manera directa los usuarios no perciben que la creación de este fondo sea fundamental para resolver los líos del sector.
Integración vertical en niveles básicos de atención. Las gestoras solo podrán contratar a su propia red de clínicas y hospitales en el nivel de atención básica, es decir, en servicios como de baja complejidad como urgencias y consulta externa básica. Se es consciente de que la integración vertical en algunos casos fue utilizada para contener gastos, con limitación en servicios para los pacientes; a la gente no le interesa de quién dependa la entidad que lo atienda, sino que lo que hagan de manera efectiva y con calidad. En esencia, este punto no es percibido por los usuarios como vital en los procesos de reforma.
Gestoras. Son EPS transformadas. Ya no manejarán recursos, tendrán mayores controles e incentivos económicos si mantienen a sus afiliados en buenas condiciones de salud. No podrán prestar un servicio de mala calidad, pues esto tendrá un costo financiero. Tampoco tendrán plena libertad para elegir a su red de prestadores; deberán contratar con algunas clínicas y hospitales previamente definidos. Dada la percepción negativa de las EPS, para la gente es un punto fundamental. Muchos, que esperaban que éstas desaparecieran, consideran que simplemente seles cambiará el nombre.
Plan de beneficios ‘Mi plan’. En teoría, los beneficios de la gente estarán basados en un plan de exclusiones explícitas; en ese orden de ideas, se va a generar un mecanismo técnico-científico para definir servicios, medicamentos y tecnologías que no cubrirá el sistema. Esto se hará, básicamente, a través del Instituto de Evaluación de Tecnologías, con ayuda del Invima, las Sociedades Científicas y la asociación de pacientes. Será un proceso participativo pero, en últimas, la decisión será del Ministerio de Salud. Este punto genera muchas expectativas, pues uno de los puntos críticos del actual modelo es la limitación del POS y los desbordes del no POS. Para algunos pacientes la propuesta cercena algunos derechos, limita el acceso a algunos servicios e incluso proveerá mecanismos para hacer más insuficiente un plan de beneficios.
Formación de especialistas. Se autoriza a hospitales universitarios para titular en especialidades médicas, sin el concurso de las universidades, con la idea de compensar el déficit de especialistas, sobre todo en pediatría, medicina interna, ginecoobstetricia, cirugía general y medicina familiar. Aunque en teoría solucionaría el cuello de botella que prolonga las listas de espera en citas y agilizaría las agendas, para el cuerpo de especialistas esto no soluciona los problemas; insisten en que si bien hay un déficit, se ha aumentado por un modelo de salud ineficiente, basado en lo curativo, que ha subespecializado y encarecido la atención
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